Cuando del manejo del estrés se trata, la vida de mamá es un acto de malabarismo. Sin haber tenido el adiestramiento que tienen los profesionales del circo, intentas mantener en el aire innumerables tareas importantes, ¡y parece que a veces te aceleran la música!
La crianza infantil en sí misma conlleva múltiples tareas interminables que para muchas mamás resultan abrumadoras. A mamá le corresponde, no solo ocuparse de su bienestar personal, sino del de sus hijos, y en muchos casos también de la administración del hogar y de ocupaciones laborales fuera de casa. Aún en las mejores circunstancias, a diario toda mamá enfrenta cambios y problemas, sean menores o mayores. Y, ¿conoces a alguna mamá a quien le sobre tiempo o ayuda?
El estrés es una reacción natural a presiones físicas, emocionales y ambientales. Además, toda la familia se perjudica cuando el estrés de mamá está fuera de control, especialmente los niños pequeños. Se ha demostrado que hasta los fetos responden alterados cuando la madre siente estrés. Y bajo la influencia del estrés, la mejor mamá puede descuidar o maltratar a sus hijos.
Según crecen, los niños aprenden de los adultos cómo manejar su propio estrés. Por lo tanto, reconozcamos las señales y síntomas de nuestro estrés, y aprendamos a aplicar soluciones sanas que nos permitan evitar sus efectos dañinos y disfrutar el maravilloso malabarismo de la maternidad.
Señales y síntomas en tu cuerpo
Tu ritmo cardiaco y respiratorio, presión sanguínea y tensión muscular suben.
Tu proceso digestivo y tu resistencia a las enfermedades bajan.
Tu digestión cambia (acidez, estreñimiento, diarrea, etc.).
Tu patrones de sueño cambian (insomnio, pesadillas, etc.).
Tu nivel de energía fluctúa (agotamiento, agitación, etc.).
Tu menstruación se irregulariza.
Dolores, achaques, infecciones y enfermedades surgen o se empeoran.
Señales y síntomas en tu cabeza
Sientes ansiedad, tensión, nerviosismo, preocupación excesiva, temores, temblores e incapacidad de relajarte.
Sensaciones de depresión, desilusión, tristeza, apatía, culpa excesiva e incapacidad de disfrutar.
Sentimientos de irritabilidad, ira súbita y enojo constante.
Señales y síntomas en tu conducta
Descuidas tu apariencia personal.
Descuidas tus obligaciones y responsabilidades.
Dificultades para concentrarte, recordar, tomar decisiones y resolver problemas.
Dejas lo empezado sin terminar.
Te aíslas de familiares y amistades.
Discutes y peleas con tus seres queridos.
Dejas de practicar pasatiempos placenteros.
Comes de más, incluso cuando no tienes hambre.
Aumentas el consumo de cafeína, nicotina, alcohol, u otras substancias.
Desarrollas hábitos nerviosos, tales como comerte las uñas y crujir los dientes.
Tratas de escapar pasando horas ante la TV, el teléfono celular y la computadora.
Como resistencia, a continuación te ofrecemos varias docenas de respuestas relajantes, las cuales han servido a otras mamás a manejar y reducir su estrés.
Cuerpos Sanos y Mentes Sanas
Aliméntate sanamente.
Ejercítate diariamente.
Evita el cigarro y el alcohol.
Haz algo para mejorar tu apariencia.
Trata de aumentar el optimismo y la flexibilidad en tu personalidad.
Expresa tus emociones de maneras constructivas.
Escribe sobre lo que te estresa.
Pasa tiempo a solas frecuentemente.
Relajación y Recreación
Toma descansos durante el día.
Respira profundamente desde el vientre.
Aprende a tensar y relajar tus músculos.
Visualiza imágenes mentales positivas.
Medita o reza regularmente.
Regálate con ejercicios o masajes.
Toma baños calientes.
Baila, escucha y toca música.
Perspectiva y punto de vista
Vive "un día a la vez", es decir, enfócate en el presente.
Elige por qué vale la pena afanarte.
Acepta lo que no puedes cambiar.
Distingue entre lo que necesitas y lo que deseas.
Perdónate y tente paciencia.
Motívate y felicítate por tus logros.
Cuando falles, aprende para la próxima.
Remplaza mensajes negativos por positivos.
Busca lo gracioso o absurdo en las cosas.
Sonríe frecuentemente, incluso cuando te cueste hacerlo.
Cuenta tus bendiciones.
Prepárate para lo peor (por si acaso), pero espera lo mejor.
Apoyo y ayuda
Rodéate de personas de influencia calmante.
Desahógate con personas de confianza.
Crea una red de sostén entre familiares y amistades.
Alterna con otras familias cuidado infantil, transporte, mandados, y cosas por el estilo.
Toma clases para padres de familia.
Procura recursos de agencias, escuelas e iglesias en tu comunidad.
Consulta psicólogos y terapeutas profesionales cuando los necesites.
Si cada día pones en práctica por lo menos una de estas recomendaciones, te sentirás menos estresada y más realizada. El estrés es parte de la vida de toda mamá, así que reconócelo, redúcelo, ¡y relájate!
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